viernes, 20 de noviembre de 2015

REVISTA IZAR (NOVIEMBRE) - DOSSIER: 20D. ELECCIONES GENERALES

Este mes desde IZAR reflexionamos sobre las próximas elecciones generales del 20 de diciembre. Para ello nos centramos en varias cuestiones. En primer lugar hacemos un balance del ciclo electoral que está a punto de cerrarse. En segundo lugar, nos centraremos en analizar las supuestas alternativas a la izquierda del PSOE para estas elecciones, para acabar asumiendo que hoy en día sigue siendo necesario un programa de ruptura para cambiar las vidas de la clase trabajadora y de la juventud.

Un ciclo electoral que nace de las movilizaciones.
El 20 de diciembre se cierra un ciclo electoral que comenzó con las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014. Un año y medio en el que hemos conocido elecciones municipales y autonómicas, sin olvidar los procesos electorales internos de partidos como PODEMOS o las candidaturas de Unidad Popular. Esto además puede enmarcarse en un proceso más allá de las fronteras del estado español, con ejemplos como el de Grecia.

El comienzo de este ciclo electoral despertó grandes ilusiones en amplias capas de la población. Ilusiones que venían además de todo un ciclo de movilizaciones que habían tenido como hitos movimientos como el 15M o las Marchas de la dignidad. Un ciclo en el que el debate político fue madurando, planteándose cuestiones como el poder, donde está el dinero, el papel represor del estado...de manera cada vez más evidente. Sin las movilizaciones previas no podría entenderse el ciclo electoral que, a su vez, ha tenido consecuencias en las movilizaciones.

Después de este tiempo ya podemos sacar algunas conclusiones que nos sean útiles para saber qué hacer, aprendiendo de los errores y extrayendo lo positivo de las experiencias. Sin querer ser exahustivos, podemos señalar algunas cuestiones que nos parecen interesantes a la hora de afrontar las elecciones generales del 20 de diciembre.

En primer lugar, durante este año y medio hemos conocido propuestas que han apostado por un discurso ambiguo, peleando la supuesta centralidad del tablero. Esta estrategia ha partido de dos ideas: que las elecciones se ganan a través del discurso  y que, cuanto menos polémico sea un programa, a más gente se llegará y más posibilidades habrá de obtener votos; dos, llegar a gobernar permite mejorar, automáticamente, nuestras condiciones de vida. Aquí ya contamos con varios ejemplos. De un lado, los resultados de PODEMOS en las elecciones andaluzas que han puesto de manifiesto la necesidad de una implantación real en las calles, barrios, centros de estudio y de trabajo, poniendo en el centro del debate cuestiones como quien tiene la propiedad de la tierra, elemento fuera del programa de dicha formación;  Tambien las últimas elecciones griegas son un ejemplo de lo fallido de este análisis ya que, 1. El poder no solamente está en las instituciones, 2. No puede existir un discurso que no ponga claramente sobre la mesa la necesidad de atacar a los intereses de los de arriba, la burguesía, la propiedad privada, el estado y 3. Sin movilización en la calle, es decir, solamente mediante las instituciones, no se pueden enfrentar las políticas de recortes, miseria y explotación.

En segundo lugar, mucha gente opinaba, en relación con la idea anterior, que ya no había espacio para discursos anticapitalistas. Mejor tener un programa moderado porque es una cuestión de sentido común, que poner sobre la mesa las razones de nuestra miseria. Los resultados de las CUP en Cataluña,  teniendo un discurso netamente anticapitalista y con todas las contradicciones de dicha formación, demuestran que puede existir un espacio inlcuso en el terreno de lo electoral dónde  plantear reivindicaciones que no desnuden las contradicciones que tiene un sistema que, igual que te habla de derechos humanos genera paro, precariedad, pobreza y agresiones imperialistas de todo tipo.

En tercer lugar, las candidaturas de unidad popular también están dando ejemplos de esto, a menudo apoyando o siendo apoyados por partidos como el PSOE, pata del bipartidismo. Nada más llegar Carmena afirmaba que su programa era “un conjunto de sugerencias”, diciendo con eso que no lo cumpliría. También lo hemos visto en Barcelona, donde A. Colau visitaba a los trabajadores de Telefónica en huelga ante de las elecciones municipales para luego no cumplir sus promesas. (ver el dossier sobre la unidad popular de esta misma revista: nº31- septiembre 2015)

Todos estos ejemplos nos señalan que, sin atacar a los intereses de los de arriba, es decir, de banqueros, grandes terratenientes, empresarios... no pueden cambiarse nues

tras condiciones de vida.  Y eso solamente puede hacerse poniendo sobre la mesa los debates sobre la propiedad privada, el papel del estado y la necesidad que los que producimos las riquezas, los y las trabajadoras, tomemos el poder , que no es lo mismo que las instituciones.

A un mes y medio de las elecciones generales, hemos de reflexionar sobre cómo afrontar las elecciones entendiéndolas como un altavoz para l@s de abajo, sin ninguna confianza en que por sí mismas las instituciones nos permiten cambiar nuestras condiciones de vida. Asaltar los cielos es algo más que un buen rersultado en unas elecciones generales.

Las elecciones del 20D: ¿más de lo mismo?
Hemos analizado en términos generales lo que ha sido el ciclo electoral del último año y medio. La necesidad de un programa de ruptura, la construcción de una alternativa política que ponga sobre la mesa la necesidad de acabar con este sistema como única manera de terminar con la miseria y la explotación, las movilizaciones como forma de poder imponer un programa de estas características... ¿con qué panorama nos encontramos de aquí al 20D? ¿Con más de lo mismo?

PODEMOS y AeC aparecen como las dos grandes alternativas a la izquierda del PSOE. La primera, llega a las elecciones desgastada por una política interna que ha bloqueado la vida en los círculos de base y un discurso cada vez más escorado a la derecha; la segunda, la enésima fórmula de Izquierda Unida para refundarse, esta vez tomando algunas lecciones del fenómeno de PODEMOS.

La derechización del programa de PODEMOS es algo evidente antes de las elecciones generales (aunque en el momento del cierre de la revista del mes de noviembre no hay salido aún de manera pública). Desde el manifiesto Mover Ficha y las elecciones europeas se fueron eliminando aquellas cuestiones que pudieran ayudar a plantear un cuestionamiento del sistema en términos como la propiedad privada (el no pago de la deuda por ejemplo) o el derecho a decidir (con una posición ambigua ante la cuestión nacional o el derecho al aborto). En las últimas semanas, la prensa deja entrever, a partir de las propuestas que se van dejando caer desde los lideres de PODEMOS, el borrador del programa. En él se evitan las medidas que vayan a dañar verdaderamente los intereses de la burguesía española e internacional. El no pago de la deuda y la crisis que la paguen los capitalistas, cantado por las movilizaciones durante estos años, queda relegado a una posible reestructuración y a una auditoría. No se habla nada de la creación de una banca pública o de la prohibición de los despidos. La defensa de la educación queda reducida a la derogación de la LOMCE, sin cuestionar el modelo educativo actual con la existencia de la educación privada y la concertada. Por si hubiese dudas Sergio Pascual, Secretario de Organización de PODEMOS a nivel estatal, ya se ha encargado de dejar claro que no van a cuestionar la existencia de la religión en las escuelas ni acabar con las bases militares de la OTAN en el estado español, sino todo lo contrario, respetar los

acuerdos existentes.Por si todo esto fuese poco, la dirección actual de PODEMOS con Pablo Iglesias e Iñigo Errejón a la cabeza ya ha dejado claro lo que harían desde el gobierno si ganaran las próximas elecciones generales al justificar la política llevada a cabo por Tsipras en Grecia con la aprobación del tercer memorándum que es sinónimo de más recortes, privatizaciones y ataques a los derechos laborales. Pablo Iglesias lo pudo decir más fuerte pero no más claro. Apoyo total al gobierno de Syriza ya que no se puede hacer otra cosa y nigún comentario en relación al pueblo griego que se movilizó durante el referéndum y después expresando su rechazo a dicho memorándum.

La otra alternativa, AeC, tiene los mismos problemas. Un proyecto que no representa una alternativa de clase, ya que no pretende utilizar las elecciones para reforzar las luchas y socializar un programa de ruptura, que ataque los intereses de la clase dominante. Aquí nos pasa de nuevo igual, ya sabemos lo que la dirección de IU con Alberto Garzón a la cabeza son suceptibles de hacer antes de que lleguen a la Moncloa. Por mucho que el nombre cambie, son los mismos que cuando han tenido la mínima ocasión han optado por gobernar con el PSOE y aplicar sus políticas de recortes contribuyendo a que dicha organización se recomponga en lugar de combatir sus políticas antisociales. Ahí tenemos las experiencias recientes del papel de IU en gobiernos como el andaluz (haciendo de muleta al PSOE) o en el tripartito de Cataluña. Al final, cuando ha gobernado, ha acabado enfrentándose a los intereses de la clase trabajadora. Y esto es indicativo de lo que va a representar AeC, a pesar de los ilusioanes que haya podido generar en algunos sectores. En cuanto al 20D, solamente tenemos que ver el decálogo de Alberto Garzón, candidato de AeC a

las generales que presentó durante las primarias de dicha candidatura. Cuestiones como el no pago de la deuda, la expropiación de las viviendas vacías o la necesidad de la movilización social para cambiar la lógica del sistema también están ausentes aquí (al cierre de esta revista el programa definitivo de Ahora en Común no es aún público).

Hacer ese análisis. Asumir que ambas candidaturas, que al fin y al cabo tienen un programa muy parecido de corte reformista, no van a poner sobre la mesa dónde está el dinero y como habría que hacer para repartirlo no significa no entender que en sus posibles votantes e inlcuso en los que vayan a hacer campaña no haya compañer@s con los que necesariamente deberemos seguir encontrándonos. Sin embargo sí significa que desde ya y por muy díficil que parezca hay que ser claro y no generar más ilusiones en unas formaciones que ya tienen claro que no pretenden romper con las instituciones capitalistas sino convivir con ellas y que por tanto nuestra tarea sigue siendo la de construir una herramienta de ruptura y de independencia de clase que tenga presencia en las instituciones pero para reforzar la autoorganización de la clase trabajadora y de la juventud mediante la movilización.

Un programa de ruptura es posible y necesario
Uno de los errores que hemos analizado es la falta de un programa claro y de ruptura con las políticas de la miseria. Pero un programa no solamente es una lista de reivindicaciones. Es también una guia de como cambiar las cosas. Por eso, hoy en día un programa de ruptura no solamente es posible sino que es necesario. Es necesario para acabar con las ilusiones electoralistas, pero también para que entre tod@s diseñemos como enfrentarnos al sistema.

Un programa de ruptura hoy en día es aquel que se enfrenta a las contradicciones del capitalismo. Negamos que exista una dicotomía entre programas moderados (fácil de conseguir y más entendible) y radicales (difíciles de conseguir, menos comprensibles). Si esto fuera así, las propuestas electorales existentes ya habrían cambiado nuestras vidas hace tiempo. Pero lo cierto es que no ha sido así. Cuando hablamos de un programa de ruptura, éste debe ser muy entendible y que conecte con el nivel de conciencia de la gente trabajadora pero con el objetivo de seguir aumentando ese nivel de conciencia. Eso es un  programa con reivindicaciones transitorias (entendibles y justas para las clases populares pero que no son asumibles por el sistema capitalista) que plantee a las claras que los intereses de la clase trabajadora dependen de acabar con los privilegios de la burguesía: El no pago de la deuda, sin el cual no se puede garantizar los servicios públicos que hagan frente a las necesidades básicas de la población, en contraposición al beneficio privado de los capitalistas bancarios y acabando con la austeridad que sirve de excusa para las políticas de abaratamiento del trabajo (como la reforma laboral o la rebaja de las pensiones); la reforma agraria, necesaria para acabar con los ancianos privilegios de la antigua aristocracia rural reconvertida en burguesía; el reparto del trabajo por el mismo salario, solución de urgencia y necesidad para evitar las trágicas consecuencias del paro (tanto económicas como sociales); el reparto de las viviendas vacías, diciendo claramente que debe hacerse mediante la expropiación de las que las entidades bancarias acumulan con el único objetivo especulativo de mantener un precio exorbitadamente elevado en el mercado inmobiliario, maquillando sus balances a la vez que se nutren de rescates financiados con impuestos sufragados por la clase trabajadora; la creación de una banca pública bajo control social, la cual pueda garantizar una función social del crédito que actualmente es necesaria para poder abordar la emergencia de muchas familias en situaciones de extrema pobreza, así como para potenciar un modelo productivo diferente; el trabajo garantizado...

Lo contrario es no atacar a los problemas reales, es creer que por medio de las instituciones podemos cambiar nuestras vidas. Eso sí que es una quimera. Por mucho que mañana alcance la Moncloa una persona honesta, ésta no cambiará las vidas de la inmensa mayoría de la gente trabajadora si no se enfrenta a los intereses de la burgiuesía y por tanto se apoya en la movilización sostenida en la calle y en los centros de trabajo de dicha clase. Lo contrario es una estrategia política diferente, a través de la cual l@s de abajo, la clase trabajadora, hemos salido siempre perdiendo (véase y con diferencias importantes la Chile de Allende del año 1973, la Brasil de Lula, o la Grecia de Tsipras, cuyos efectos de desilusión y desmovilización dentro de la lucha abierta con la clase dominante europea todavía no ha mostrado su cara más cruel ).

La discusión del programa de ruptura, como decimos, es también sobre cómo se impone. Un programa de ruptura parte de la necesidad estratégica de las movilizaciones, de nuestra organización en centros de estudios, de trabajo, barrios, en el campo y en la ciudad que pueda poner entre la espada y la pared a los que se benefician y se han beneficiado de la crisis. Que pueda hacer peligrar a través de la coordinación y la lucha su tasa de beneficios y sus privilegios sociales y políticos. Desde ahí se puede levantar el programa.

De cara a las elecciones del 20D habría sido necesario construir una candidatura con un programa de ruptura que estuviese en esas claves y liderada por aquell@s que han resistido contra las políticas antisociales de este último periodo desde las huelgas en sus centros de trabajo, desde las Mareas, el 15M o el movimiento juvenil. Una candidatura unitaria, construida desde abajo, en el que las diferentes tradiciones de la izquierda revolucionaria pudieran encontrarse y caminar juntas con el objetivo de romper la lógica del sistema capitalista. 

Gobierne quien gobierne el 21D es evidente que tendremos que retomar la movilización si queremos poder resistir frente a las nuevas políticas de ajuste que están por venir y que ya están emepzando a anunciar algunas instituciones internacionales. La “tregua” en lo que a grandes reformas se refiere producido antes de las elecciones generales por voluntad de los políticos del régimen y de la patronal para no debilitar demasiado al bipartidismo acabará pronto.

Ante este escenario es urgente construir un proyecto político, rupturista, independiente de los intereses de los ricos, unitario pero con unas delimitaciones políticas claras. Esto solo puede conseguirse desde abajo, mediante una práctica común allí donde trabajamos y vivimos. Es decir, es necesario construir una alternativa política para la clase trabajadora. Una herramienta que nos permita abordar las tareas políticas necesarias para la clase trabajadora desde una mejor posición, que en un futuro sea capaz de poner en dificultad a la burguesía en sus acciones y que sirva de potenciador a la autoorganización y la movilización.

Para ello es necesario seguir construyendo dichas movilizaciones, uniéndolas mediante lazos de solidaridad que puedan servir de germen de futuras organizaciones que hagan potenciar las sinergias entre las experiencias de enfrentamiento con la cara más cruda del sistema capitalista. Ejemplos como las luchas de los trabajadores de Coca Cola y Panrico, las movilizaciones en Telefónica, la limpieza en ciudades como Madrid, las Mareas, las huelgas estudiantiles de los últimos años, el movimiento feminsta...todos son ejemplos de que se puede resistir e inlcuso a veces ganar.. Pero es necesario que estas movilizaciones se unifiquen porque las resistencias, unidas, nos permiten alcanzar victorias, mejorar nuestras condiciones de vida y enfrentar las lógicas depredadoras del sistema.

Algunas conclusiones
Las elecciones del 20D cierran un ciclo electoral que nos ha servido para ver los límites de las orientaciones que ponen los escaños en el punto de mira. Ante estas estrategias, es la clase trabajadora la que pierde, la que pone sus fuerza en la construcción de organizaciones que no la ayudan a progresar y acumular fuerzas sino que la utiliza de manera oportunista (de manera consciente o no) para llegar a puestos de gestión de instituciones. Por eso tenemos que construir herramientas que sean útiles a nuestros intereses, sin volver a delegar la política en manos ajenas. Construir los movilizaciones y las resistencias, pero también levantar alternativas políticas desde abajo, de manera democrática, unitarias y proponiendo un programa claro y de ruptura, que se enfrente a los intereses de l@s de arriba cuestionando a las claras la propiedad privada, la desigualdad y la explotación.

La experiencia de este ciclo electoral ha de dejar un poso en el conjunto de la izquierda revolucionaria, militante y transformadora de las consecuencias del electoralismo o el tacticismo a cambio de votos. Además, es necesario que esta experiencia se trasmita a las nuevas generaciones que se incorporarán a los procesos de resistencia contra los ataques del capital y a la construcción de nuevas organizaciones anticapitalistas que potencien esta resistencia. Por último, es necesario siempre tener en cuenta que dicha construcción y lucha no podrá llevarse de manera aislada sino todo lo contrario. La experiencia griega nos muestra también la necesidad de tener organizaciones al servicio de la clase trabajadora con implantación y capacidad de influencia internacional. Porque la pelea del pueblo griego es nuestra pelea y la capitulación de Syriza es nuestra derrota.

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