lunes, 23 de noviembre de 2015

LA NUEVA CARA DE LA VIOLENCIA MACHISTA

Reproducimos a continuación el artículo escrito por nuestra compañera Lara Gámez, publicado en el periódico local de Rute "El Canuto", en su número de octubre.

“Estabas en línea, te he escrito un whatsapp y no me has respondido. ¿Por qué, qué haces, con quién estás?  ¿Con quién hablabas?  ¿Quién es ese que has agregado al Facebook? Estas frases son algunos ejemplos de otras formas de violencia contra la mujer. En este caso, ligadas a las nuevas tecnologías y de especial incidencia entre los más jóvenes. Pero hay más, como el acoso callejero, el laboral, la trata o las violaciones. Según la normativa estatal, si no se ejercen en ámbito afectivo no son consideradas como violencia de género y a todos los tipos de agresiones se les suma la dificultad para demostrarlas.


Las amenazas en el ámbito económico.
La violencia económica incluye la privación intencionada de recursos para el bienestar físico o psicológico de la mujer y de sus hijos o la discriminación en la disposición de los recursos compartidos en la pareja. Puede estar vinculado a los casos en los que las mujeres no pueden llegar a ser independientes, aunque trabajen o hayan trabajado, porque los hombres controlan los recursos de ambos.
Este tipo de violencia, que se ha visto agravada con la crisis, trasciende al ámbito laboral. El paro, la crisis y la persistencia del machismo extienden las discriminaciones tanto en los criterios de selección, donde se excluye a mujeres que quieran tener hijos, como en las ofertas, donde se establecen condiciones que fomentan la desigualdad.
El  acoso que se registra durante las entrevistas de trabajo aprovechando la situación de necesidad de la demandante de empleo. 
Hay mucha más violencia además de la física. Ahora hemos perfeccionado lo que miramos. Identificamos más fenómenos que antes estaban normalizados, y algunos de ellos siguen viéndose así. Son otras violencias contra la mujer no consideradas dentro del concepto ni de las leyes de violencia de género. Prácticamente los únicos indicadores que hay para medir la violencia son las muertes, las denuncias y la morbilidad hospitalaria, así que hay mucha información de agresiones que se pierde y que no está ni en el paradigma social ni en la ley.


Las más novedosas de estas formas de acoso o agresión son las vinculadas a las nuevas tecnologías.
La violencia en las redes sociales está presente 24 horas al día y siete días a la semana y su detección es casi imperceptible para los profesores o los padres de los jóvenes. Existen problemas de control, persecución y acoso entre jóvenes a través de las redes que no tienen diferencia con la violencia de género, las nuevas tecnologías se han convertido en una herramienta más de control y dominación en la pareja, generalmente contra las mujeres.

Pese a la constancia de la existencia de estas otras formas de violencia, es complicado que se tengan en cuenta desde el punto de vista legislativo. Añade la violencia económica a las amenazas, coacciones, privación de libertad y agresiones físicas, sexuales y psicológicas. Además de los cónyuges, excónyuges o personas ligadas por relaciones de afectividad, incluye a los hombres del entorno familiar, social o laboral.
Las tecnologías se usan como herramientas de control y desmoralización. Y ya es complicado la demostración de los daños psicológicos o del sufrimiento a través de amenazas, humillaciones, vejaciones, aislamiento, culpabilización o limitación de su libertad.

La violencia psicológica está muy silenciada, que es la primera en aparecer y que es más difícil de demostrar que la física. 

El daño psicológico es el primero que se ejerce, pero apenas se conoce.
Para erradicar cualquier forma de violencia, la solución reside en la educación desde la infancia. El respeto, la libertad, la igualdad y la confianza en sí mismo,son cuatro de los pilares más importantes en los que se ha de trabajar desde la infancia.

Las relaciones de pareja son para hacernos más felices de lo que podemos ser estando solos. Hay que trabajar en eso, cada uno de los cuatro pilares son básicos para una relación sana. Parte del problema es que no se nos ha enseñado a querernos ni a desarrollarnos bien, parece que la mujer solo se siente válida cuando alguien la quiere, y parece que el hombre no debe mostrar más sentimientos que los de rabia. Hay que trabajar mucho la autoestima y la inteligencia emocional para saber relacionarnos de forma sana e independiente.

Es necesario concienciarnos de la estrecha relación que existe las opresiones que sufrimos las mujeres por el mero hecho de serlo. Debemos organizarnos para plantar cara día a día en todos lo ámbitos de nuestras vidas. Este 25 de Noviembre debemos iniciar un camino y romper las cadenas que nos atan.

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