Comunicado de Andalucía Desde Abajo
Vamos a Madrid el 7N.
Ya son 36 las mujeres
asesinadas este año, 864 desde 2001, víctimas de la violencia machista. Un
volumen de cifras que nada tiene que ver con la escasa repercusión que causa en
los medios de comunicación, lo que indudablemente dificulta la visibilización del
problema. Unas cifras que se mantienen año tras año, muerte tras muerte,
evidencian que no se trata de sucesos puntuales sino de un problema enraizado
en lo más profundo del sistema y que se manifiesta, en su forma más extrema, en
estos asesinatos.
Desgraciadamente, las
consecuencias del sistema patriarcal van mucho más allá. Los únicos casos
conocidos son los que implican muertes, todo lo demás es invisible. Miles de
mujeres sufren violencia por parte de sus parejas o familiares en el más
permanente de los silencios. Fuera del espacio privado o familiar, el acoso
sexual en el espacio de trabajo y en la vía pública es todavía mayor. En 2013,
según datos del Ministerio del Interior, se penaron 1.298 violaciones con
penetración, y se registraron 2.859 denuncias correspondientes a menores y
10.621 presentadas por adultas.
Sin embargo, la
violencia que se ejerce sobre las mujeres está lejos de restringirse a la
violencia física o psicológica. Por un lado, estamos obligadas a llevar el peso
del conjunto de trabajos de cuidados, domésticos y de niñ@s, ancian@s y
dependientes, realizando así un trabajo invisible, no remunerado, fuera de los
marcos del mercado, y relegándonos a una categoría secundaria. Por otro lado,
nos incorporamos al mercado laboral con las peores condiciones de empleo:
jornadas a tiempo parcial, salarios mucho menores que los de los hombres,
dificultad a la hora de promocionar…
Las políticas de
recortes en servicios públicos, fundamentalmente educación y sanidad, recaen
especialmente sobre nosotras, viéndonos forzadas a asumir en la práctica estas
tareas. La crisis ha producido así una rehogarización de los trabajos de
cuidados, pero dicha rehogarización no se ha repartido a partes iguales entre
hombres y mujeres. Somos nosotras las que terminamos asumiendo estas tareas en
casa, siendo las mayores víctimas de los recortes, no sólo en servicios
públicos, sino también en la ley de dependencia y la reforma de las pensiones.
Y por si fuera poco
nos niegan el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos y el momento en
el que queremos ser madres. El derecho al aborto está siendo de nuevo atacado,
victimizándonos e infantilizándonos, llegando al extremo de que una mujer de 16
años puede decidir libremente someterse a una intervención quirúrgica
innecesaria sólo con fines estéticos y no puede decidir sobre su propia
maternidad.
Todas estas
violencias estructurales ejercidas sobre las mujeres tienen como única raíz el
sistema capitalista y patriarcal. Toda victoria feminista pasa necesariamente
por golpear al capitalismo de frente. No habrá reparto del trabajo de las
mujeres sin reparto de la riqueza. No hay feminismo sin anticapitalismo. Por
eso este 7N salimos a la calle una vez más defendiendo la necesidad de un
feminismo de clase y combativo, un feminismo en los barrios, escuelas,
institutos, universidades y centros de trabajo. Sólo la autoorganización y la
movilización sostenida permitirán una verdadera liberación de las mujeres.
¡7N, CONTRA LA VIOLENCIA DEL PATRIARCADO Y EL
CAPITAL!
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