Otro gobierno se derrumbó, por la misma razón por la que se derrumbaron
también todos los anteriores. Porque la crisis del capitalismo no sólo no ha
sido superada, sino que se hace más profunda. Porque los banqueros, los
industriales, los armadores, los capitalistas exigen más y más sacrificios de
los trabajadores en el altar del sistema que asegure sus beneficios. Pero
también porque las y los trabajadores, desempleados y sectores pobres no pueden
aceptar más sacrificios. Que el próximo gobierno, sea cual sea, no tenga
ninguna esperanza de que el movimiento le dejará enraizarse más que los
anteriores
Ignorando de forma desafiante el movimiento del NO y el
arrollador resultado del referéndum, el gobierno SYRIZA-ANEL acordó, diseñó y
aprobó el 3º memorándum. SYRIZA se comprometió a imponer un enorme paquete de
austeridad y privatizaciones como pago a las burguesías nacional y europea,
cuya abrumadora presión no dejaba ningún margen a “compromisos honestos”. El
gobierno y el partido de TSipras se pusieron al lado de los poderosos, de la
clase capitalista.
Se comprometió firmemente a colaborar con el apoyo de sus
socios, los nacionalistas de derecha de Kammenos (ANEL, Griegos Independientes)
y con los antiguos partidos burgueses pro-memorándum ND, PASOK y El Río. Y se
esforzó en imponer este ataque por cualquier medio, sean cuales sean los
esfuerzos: con represión, violencia policial y procesos judiciales contra los
activistas que se opusieron al tercer memorándum. SYRIZA se burló de las
esperanzas depositadas y castigó duramente a cuantos creyeron que simplemente
y sólo con el voto se podían cambiar las cosas.
Este desarrollo de los acontecimientos no fue en absoluto
casualidad. Fue el resultado natural de la lógica política previsible de
SYRIZA, de una profunda y consolidada gestión política del estado burgués y de
colaboración de clase, que conduce de manera determinante al lado de poderoso,
de la clase capitalista. Aspiró a encontrar soluciones progresistas dentro de
la Unión Europea y el euro, pero la UE y su moneda son por naturaleza
mecanismos de austeridad y explotación. Intentó conciliar los intereses de los
trabajadores con los de la patronal, pero éstos son totalmente incompatibles, y
cualquier ilusión favorece sólo al poderoso.
La presión de los líderes de la UE y del FMI fue enorme, pero
la decisión de alinearse con ellos, y no con el movimiento que desafió a los
chantajes y gritó NO, pertenece exclusivamente a SYRIZA. No hay ninguna excusa
para Tsipras y su partido, por eso su misma estructura se desintegra con las
renuncias diarias de sus miembros y cargos políticos. Hoy Tsipras trata de
mantenerse en el gobierno, probando cualquier tipo de alianza y calculando cómo
seguir dando la buena imagen a la burguesía y la UE.
El período tras las elecciones será de feroces ataques:
reducción de salarios y de las pensiones, despidos y paro masivo, convenios
laborales todavía más flexibles y edad de jubilación a los 67, con el traspaso
de aeropuertos, puertos, correos, energía eléctrica y servicios públicos en
manos privadas. Con una deuda que no va a dejar de crecer y cargarse sobre las
espaldas de los trabajadores y desempleados, es decir, de aquéllos que no
tienen ninguna culpa en su creación ni ninguna obligación en pagarla.
Pero el periodo postelectoral también puede convertirse, y
así debe ser, en una etapa de contraataque masivo. El contraataque decidido y reforzado
de nuestra clase, de los trabajadores, desempleados, de la juventud, de los
pobres y oprimidos. También el de los inmigrantes, de los que se ahogan en las
fronteras, se amontonan en los campos de internamiento o dan su sudor y sangre
en las fábricas, la construcción o los campos de fresas en Grecia y en toda
Europa. El de las mujeres, a las que la crisis del sistema amenaza con volver a
encerrar en casa, y el de los homosexuales y personas LGTBI.
La crisis de SYRIZA es parte de una profunda y más amplia
crisis del sistema político, que tiene como base la continua crisis económica
capitalista internacional, que estalló en nuestro país con una violencia
particular. Los partidos burgueses aliados del antiguo bloque pro-memorándum se
muestran incapaces de aprovecharse de la crisis de SYRIZA. Nueva Democracia
aplaza su reconstrucción con la dirección transitoria de Meimerakis, que
simplemente reconcilia temporalmente las partes. El PASOK después de la época
de Venizelos, que ha perdido por mucho tiempo el tren de regreso a sus viejas
glorias, lo que Papandreu intentó reconstruir con su partido.
El Río, el nuevo niño mimado de la burguesía, se prepara
obviamente para cumplir su nuevo papel gubernamental, sin embargo no tiene el
potencial aún de encabezar un gobierno. A DIMAR (Izquierda democrática) ya no
la recuerda nadie y la misma suerte tendrá pronto también ANEL (Griegos
independientes). En estas condiciones, hasta el momento la burguesía no tiene
otra opción que una SYRIZA rebautizada burguesa en el marco de un gobierno de
coalición con los jugadores más leales para esto.
De nuevo nuestra clase a
las calles
El fuerte movimiento del NO en el referéndum, a pesar de las
intenciones de SYRIZA, imprimió una clarísima división de clase en la sociedad.
Los barrios ricos y la patronal votaron SÍ y las zonas pobres y el conjunto de
los trabajadores votó NO. A pesar del entumecimiento debido a las ilusiones
parlamentarias que habían debilitado durante un tiempo las movilizaciones, el
movimiento de los trabajadores y los oprimidos fue hecho salir a la palestra.
Abrió una nueva grieta en el sistema y dejó un importante poso para las luchas
que viene en contra de las medidas del memorándum.
Esta ruptura tiene que ensancharse en las elecciones, pero
sobre todo después de éstas. No tebemos ninguna razón para querer mantener la
estabilidad de un sistema que nos explota y oprime. Justo totalmente al
contrario, estamos cargados de razones para desestabilizarlo y derribar sus
cimientos.
Un movimiento masivo y sin concesiones es el único modo de
rechazar las nuevas medidas y cancelar derribando las viejas. Se necesita el
compromiso de todos aquéllos que quieren luchar, de todos los que gritaron y
gritan: “¡NO hasta el final!”. Necesitamos movilizar a todos los sindicatos y
organizaciones no ahogados por las burocracias y la creación de nuevas
estructuras para los trabajadores donde no las hay.
Necesitamos comités locales de lucha en los barrios, en los
centros de trabajo, en las universidades. Es necesaria la contruccion de
cordinación, con portavoces elegidos democráticamente y cintrolados por las
asambleas locales. Estra propuesta no es un producto de nuestra imaginación.
Tiene su antecedente inmediato en la Coordinación de Sindicatos de base, en las
ocupaciones de Diciembre de 2008, en las asambleas de las plazas y en los
comités antifascistas. Hoy algunos pasos para esta cordinación ya se han dado.
En el marco de esta nueva dinámica, la estrategia es un tema
candente. La lógica de la oposición a los memorándums y la austeridad, sin la
ruptura con las instituciones del estado burgués, la UE y el propio
capitalismo, mostró evidentemente sus límites. No fue la charlatanería política
de Tsipras la que trajo el tercer memorándum, fue la idea de que se puede
romper con la austeridad sin romper con el sistema. El capitalismo en crisis
significa ataque a los trabajadores y austeridad, y esto será lo que haga
cualquier gobierno que trate de gestionar el sistema, por muy antimemorándum
que se declare.
Esto hoy significa que un frente del NO, imprescindible a
nivel de acción social y de colaboración en huelgas y luchas, sería a nivel
político totalmente insuficiente. La izquierda anticapitalista, como la fuerza
más consciente del movimiento, necesita constituir un polo autónomo en lo
político y electoral. La fuerza de un polo de tales características es
absolutamente necesaria para vencer en los combates actuales.
No podemos y tampoco queremos vivir como nos han condenado a
vivir. Exigimos que la riqueza que produce la clase trabajadora, y sólo ésta,
vuelva a sus manos. Pedimos que la gran mayoría social de trabajadores y
desempleados tome el poder de una pequeña minoría social que detenta la riqueza
y los medios de producción. Esta minoría tiene nombre: burguesía. El sistema
que garantía sus intereses también tiene nombre: capitalismo. Éstos son
nuestros enemigos.
La izquierda
parlamentaria existente no basta
La izquierda reformista del parlamento se niega a cuestionar exactamente
las bases de la dominación de clase de los capitalistas: las instituciones del
estado capitalista, la UE y el euro, la propiedad privada en los medios de
producción y las fuentes de riqueza. Intenta reformar el sistema sin entrar en
conflicto con sus cimientos y reglas. Esto se ha demostrado imposible muchas
veces en la historia en el plano internacional, y se demostró una vez más con
SYRIZA, que no sólo no reformó nada sino que se reformó a sí misma y pasó al
bando del capital. La reforma del sistema con sus herramientas, y no su
derribo, es una utopía.
Aunque con retraso, la salida de Unidad Popular de SYRIZA y
su intención de resistir al nuevo memorándum es positiva. Sin embargo, el
carácter político de LAE no se juzgará por sus buenas intenciones, como tampoco
se hizo con la formación de Tsipras. El frente contra el memorándum patriótico,
democrático y progresista de Lafazanis está a nivel programático muy por detrás
de las necesidades reales de los trabajadores, los desempleados y oprimidos.
Unidad popular niega el memorándum y el euro, pero sin
rechazar nada de lo que llevó a SYRIZA a la completa dedicación al memorándum y
la salvaguarda de la Eurozona: la gobernabilidad, la aspiración por la gestión
y la reforma del estado capitalista, la lógica de la unidad nacional, el mismo
programa preelectoral de SYRIZA. La negación de LAE de poner en el programa la
desvinculación de la UE es sintomática de su carácter político, pero no es el
único problema.
Los dirigentes de LAE ya han estrechado lazos con la
burocracia estatal. En un plazo de 6 meses 4 exministros participan de los
negocios en ELPE (Hellenic Petroleum), de las minas de Skouries, de Cosco en el
puerto de El Pireo, de la alianza militar con Israel, pero también del voto a
favor del gobierno de coalición con los ultranacionalistas de ANEL y el indulto
al mando policial responsable de la represión en el levantamiento de Diciembre
de 2008 de Pavlopoulos es por sí solo bastante.
El horizonte de LAE es hoy la búsqueda de una etapa de
“reestructuración productiva”, de autarquía nacional dentro del capitalismo. En
cuanto a su modo de funcionamiento, Unidad Popular copia la estructura y
construcción de SYRIZA. En la práctica, LAE engloba a los activistas que se
desvinculan del partido de Tsipras pero se les impide dar un paso decisivo
hacia la izquierda anticapitalista.
El KKE advirtió generalmente de forma correcta sobre los
caminos sin salida de SYRIZA, sin embargo en realidad no optó por algo
radicalmente diferente. En medio del gran movimiento de 2011, lo que iba a proponer
a los desempleados, los manifestantes y ocupantes de ministerios y
ayuntamientos eran básicamente elecciones para reforzar al propio partido. Con
palabras algo más a la izquierda, decía más o menos lo mismo que decía Tsipras:
que la solución es parlamentaria. Las aspiraciones de la dirección burocrática
van siempre por delante de las necesidades del movimiento obrero.
Con la propuesta de invalidar el referéndum, el KKE se negó a
dar la batalla del NO y a tomar posición en este enfrentamiento de clase entre
los trabajadores y el capital. La retórica radical, “sin falsas ilusiones”, en
realidad oculta una posición muy conservadora, que evita cualquier ruptura con
el sistema. La salida individual de las movilizaciones por parte de PAME y la
denuncia constante de todo lo que no hace el movimiento, simplemente debilita
al partido como instrumento válido.
El 20 de Septiembre,
votamos ANTARSYA
En las próximas elecciones, la apuesta es la de la izquierda
anticapitalista, combativa e independiente, útil para las nuevas luchas que
vienen. Con el mandato de volver a las calles y la necesidad de que los trabajadores
y trabajadoras, los oprimidos y oprimidas, se apoyen en sus propias fuerzas.
Las fuerzas de ANTARSYA participan en estas eleciones en
coalición con el EEK (Partido Obrero Revolucionario) y activistas no
organizados de la izquierda. Participa en contra de todos los partidos del
capital y del sistema y de forma independiente de los partidos reformistas. A
pesar de todos los problemas organizativos y políticos que afronta desde hace
tiempo, ANTARSYA es la única fuerza visible, en el plano social y político, que
impulsa con su acción diaria un programa y estrategia de ruptura inmediata.
Nuestra organización OKDE-Spartakos, como componente
fundacional de ANTARSYA, apoya sus candidaturas y participa en ellas. Los
candidatos que proponía proceden del movimiento sindical combativo, las luchas
juveniles y el movimiento estudiantil, de la histórica izquierda revolucionaria
pero también de las movilizaciones de los últimos años y la forman un 50% de
mujeres.
La izquierda anticapitalista revolucionaria no está condenada
a la invisbilidad electoral. Para que esté presente en las elecciones, no es
necesario que mutile su programa, que renuncie a su fisionomía política y tenga
un discurso digerible y ambiguo. Un ejemplo que nos dio la izquierda revolucionaria
en Francia en la última década, donde una alianza de fuerzas trostskistas
internacionalistas (LCR y LO) alcanzó el 10%. Un ejemplo más actual es el del
Frente de Izquierdas y de los Trabajadores (FIT) en Argentina, en un país en el
que la clase trabajadora padeció situaciones similares a las que afrontan los
trabajadores y trabajadoras aquí.
El FIT fue constituido por tres organizaciones de la
izquierda revolucionaria del espacio trotskista. Se negó a integrarse en
alianzas amplias populistas, que anulaban la independencia de clase en favor de
alianzas con sectores patrióticos de la burguesía y pequeños y medianos
empresarios. Defendió claramente un programa anticapitalista y de clase, y éste
lo condujo más allá del margen. En poco tiempo, el FIT consiguió convertirse en
la cuarta fuerza electoral del país, con un porcentaje de alrededor el 5% a
nivel estatal y hasta del 20% en algunas ciudades.
En las próximas elecciones presenta como candidato al
trabajador Del Caño. La fuerza real del FIT, que se refleja indirectamente
también en las elecciones, son sus cimientos de clase trabajadora y de los
movimientos. Encabeza la autoorganización de Zanón y de otras fábricas
ocupadas, tiene profundas raíces en los grandes movimientos de desempleados y
una presencia importante en los sindicatos.
Una corriente consciente anticapitalista de este tipo existe
también e Grecia, y tiene el potencial de reforzarse políticamente, incluso en
unas elecciones, por muy insuficiente y parcial que sea su presencia y
resultado.
Con los militantes de de Unidad Popular, del KKE y de los
sindicatos, como con todas las corrientes de la izquierda hasta los
anarcosindicalistas, la izquierda anticapitalista y revolucionaria tiene que
coordinarse en la acción, porque el rechazo de las medidas exige la mayor
movilización posible. Sin embargo, políticamente no puede fusionarse con el
reformismo. Se necesita una fuerza consciente que se niegue a integrarse en el
sistema y lleve a las luchas hast el final. Se neesita una izquierda que confíe
en las movilizaciones. ANTARSYA es el mayor paso que se ha dado en esta
izquierda.
Sólo a una fuerza de este tipo tiene sentido que apoyemos en
las siguientes elecciones. Los trabajadores y trabajadoras, los desempleados y
los sectores oprimidos y pobres no pueden simplemente elegir el mal menor. Por
otra parte, el mal menor ya no existe. No pueden ir a otros dilemas de
chantaje: que regrese la derecha, que se quede fuera del parlamento la izquiera
reformista, etc. Deben votar tal como luchan.
ANTARSYA es una realidad que conocen todos los que se activan
en los sindicatos, en las organizaciones estudiantiles, en os movimientos y en
las calles. Estuvo presente con todas sus fuerzas en las grandes luchas de los
últimos cinco años. Sin dar ninguna confianza al gobierno SYRIZA-ANEL, dio más
activos que cualquier espacio de lucha para el NO en el referéndum, gritando al
mismo tiempo NO a las propuestas de SYRIZA y no a la UE y al euro. El voto a
ANTARSYA no es una propuesta simplemente para las urnas, sino que es una
propuesta de lucha.
En las urnas queremos expresar lo que hacemos todos los días
en las calles, en los barrios, en los centros de trabajo y en las escuelas: la
revuelta.
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