Después de tres meses de lucha, ¡Hay que
seguir!
Después de que la ley Trabajo pasara por
el Senado, la derecha decidió golpear aún más fuerte y restablecer las 39h.
También ha introducido el referéndum a propuesta del empleador : de ese
modo, los patrones ya no tendrían ni que esconderse detrás de los sindicatos
amarillos para poner en pie su chantaje.
Esta empeoramiento de la ya existente
regresión social es una razón de más para movilizarse contra el gobierno y su
ley. En efecto, el gobierno trata ahora de aparecer como un « buen
reformista » frente a una derecha más antisocial que nunca. Pero ¿quién ha
permitido a los senadores votar esos empeoramientos? Pues el gobierno del
Partido Socialista destruyendo el Código del trabajo. No nos dejaremos
engañar : no queremos ningún empeoramiento social, queremos que la ley sea
retirada en su totalidad.
No hay nada bueno en esa ley. A algunos
diputados les gustaría centrarlo todo en el artículo 2, que instaura la
inversión de la jerarquía de las normas. Pero hay 54 artículos en esta ley, y
ninguno merece la pena. Más que nunca, hay que movilizarse para imponer la
retirada de la ley El Khomri.
Frente al chantaje del gobierno :
amplificar la huelga y los bloqueos para ganar.
Los ferroviarios tienen razón de ligar el
rechazo a la ley Trabajo al rechazo por el decreto base (lucha de su
sector) ya que las dos cosas son la cara de la misma moneda de la ofensiva
de la patronal. En tres meses, la ley El Khomri se ha convertido en el símbolo
de toda la política anti obrera llevada a cabo desde hace 4 años por el partido
socialista en el poder. En ese sentido el gobierno no se llama a engaño y hace
concesiones en el presupuesto de la investigación, en la remuneración de las
horas extras de los camioneros o incluso mediante la prima concedida a los
docentes. Todo eso con la idea de impedir la coagulación
generalizada del descontento y para eso ha decidido tocar la
partitura de la división.
Pero desde esta semana y la huelga
reconducible que se extiende en la SNCF (RENFE), que alcanza a día de hoy
también a la RATP (metro y buses) y que se mantiene en las rafinerías, la
movilización contra la ley Trabajo sigue siendo el telón de fondo de todo.
Hasta el punto que a partir de ahora, no se le « perdona » ni una a
los huelguistas : los ferroviarios tienen que parar su huelga en
solidaridad con las víctimas de las inundaciones, los asalariados y los jovenes
movilizados deben dejar de lado todos sus bloqueos para no perjudicar la
eurocopa. Pero les importamos muy poco a todos esos tertulianos a sueldo de la
burguesía. Con 47 000 millones de euros en dividendos repartidos a los
accionarios este año, ¿quiénes son los privilegiados, los parásitos, los
derrochadores ? Están en el Eliseo, en Matignon, en los ministerios y en
los consejos de administración de las empresas del CAC 40 (IBEX 35 de
allí).
Lo que hay que conseguir es no dejar solos
a los que ya están en huelga, y seguir con la movilización para extenderla. Hay
que ayudar a superar las dudas, convencer, hacer de cada uno y de cada una unos
militantes del movimiento. Hay que preparar la jornada de huelga del 14 de
junio y la manifestación estatal en París pero hasta entonces, sobretodo hay
que desarrollar, reforzar las huelgas en las empresas y en el sector público.
Éste será el próximo blanco si la ley El Khomri es adoptada. Nunca estuvimos
tan cerca de la victoria.
Se trata ahora de apoyarse en la jornada
de huelga interprofesional del 14 de junio como si fuese un trampolín hacía un
endurecimiento de la huelga. Eso implica que por supuesto nos movilicemos de
manera masiva el 14 de junio pero también que consigamos convencer de que hay
que forzar el pulso reconduciendo la huelga a partir del 15.
El rechazo a la ley trabajo debe permitir
hacer converger todas las luchas.
Defendamos también todas las
reivindicaciones que puedan contribuir a generalizar el movimiento en el
conjunto de los asalariados : prohibición de los despidos, reparto del
trabajo entre todos y todas, aumento homogéneo de todos los salarios de
500 euros. Para aquellos y aquellas que están hartos de esta sociedad, basada
en los beneficios y en la explotación, y también hartos de los que la
defienden, es hora de empezar a hablar de otra forma de gobernar y de
hacer funcionar la sociedad. Una forma que permita, por fin, que se
respeten las libertades democráticas y que ponga en pie un
gobierno cuyo objetivo sea satisfacer las necesidades de la mayoría,
un gobierno de los trabajadores al servicio de los trabakadores. Valls,
Hollande, Gattaz pueden irse, podemos hacer funcionar la sociedad sin ellos.
Ellos tienen los millones pero nosostros somos millones.
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