Este mes de marzo publicamos en el dossier de nuestra revista una
contribución sobre la situación internacional firmada por compañer@s de
Francia, EEUU, Canadá, Almenia, Grecia, Italia y de IZAR. Esta contribución se
ha presentado en el pasado Comité Internacional de la IVª Internacional y
pretende ser el prinicpio de una reflexión de cara al próximo Congreso de dicha
Internacional. Es un texto escrito para un debate interno pero sin embargo nos
parece importante publicarlo en esta revista por la actualidad del debate.
I- Lecciones de Grecia y del Estado Español: romper con la orientación de
los gobiernos anti austeridad.
En unos cuantos meses, la situación en Grecia ha puesto encima de la mesa el
impasse de las soluciones reformistas. El pueblo Griego ha demostrado su
voluntad de resistir a la austeridad, de no resignarse frente a la unión de los
capitalistas griegos y europeos. En 4 años, no menos de 30 jornadas de huelga
general y múltiples luchas han sacudido a la clase dirigente griega. De hecho,
el gobierno Syriza ganó las elecciones apoyándose en ese rechazo a la
austeridad, con un programa que prometía un aumento de las prestaciones
sociales, la vuelta a un salario mínimo de 751 euros, la recuperación de los
convenios colectivos suprimidos por los planes de ajuste, la congelación de las
privatizaciones de las empresas públicas y renacionalización de aquellas que
fueron privatizadas….Sin embargo, al día después del « NO » masivo en
el referéndum, el gobierno Tsipras llegó a un acuerdo con la Troika y la UE que
abría la puerta a un plan de austeridad aún más violento que los de los
gobiernos anteriores. La capitulación del gobierno Syriza no es verdaderamente
una sorpresa, sólo confirma el callejón sin salida al que nos lleva las
soluciones reformistas para resolver la crisis actual. Es una ilusión creer que
se puede acabar con la austeridad sin expropiar a los sectores claves de la
economía como lo son el sector bancario y el sector energético, sin enfrentarse
a la UE y a todas las instituciones imperialistas, sin enfrentarse a los
pilares del sistema y al poder de los capitalistas: la propiedad privada de los
medios de producción. La situación griega demuestra la actualidad de un
programa anticapitalista y revolucionario, no como una perspectiva a largo
plazo sino como solución a los problemas que hoy se nos plantean a causa de la
crisis del capitalismo. Evidentemente, proponemos nuestras soluciones en
función de nuestra tradición y nuestro método de reivindicaciones inmediatas,
democráticas y transitorias, tratando de iniciar luchas de masas en el marco de
un frente único con el fin de implicar directamente a lxs trabajadorxs y sus
aliad@s en la lucha. Esto no significa sin embargo que nuestras
reivindicaciones revolucionarias de carácter más estratégicas sean un lujo, ni
que el fin último del poder de lxs trabajadorxs basado en las estructuras de
auto organización deba ser abandonado.
Desde hace varios meses, un debate se ha abierto en el Cuarta Internacional
entorno a la orientación que nuestras secciones deberían defender en Europa y
sobre nuestro posicionamiento con respecto a la emergencia de organizaciones
como Syriza o PODEMOS en el estado español. Una parte del CI defiende desde
hace varios meses la idea de la puesta en funcionamiento de « gobiernos
anti austeridad » como orientación a escala europea. Según ésta, el
elemento central para hacer que las luchas alcancen victorias es la emergencia
de una « herramienta política creíble ». Dicho de otra manera, la
condición sine qua non para desbloquear la situación política es la
conformación de fuerzas políticas creíbles en el plano electoral, es la
perspectiva de llegada al poder de gobiernos « anti austeridad »
capaces de llevar a cabo sus reivindicaciones que animarían a los jóvenes y a
los trabajadores a luchar. En ese sentido la actividad de numerosas secciones
ha girado entorno a ese objetivo de hacer emerger una « herramienta
política » de ese tipo mediante la construcción de frentes o de partidos
« amplios » o mediante la búsqueda de alianzas electorales con
organizaciones provenientes de la izquierda antineoliberal. La emergencia y el
éxito de organizaciones como Syriza o más tarde PODEMOS ha alimentado esa
esperanza. La idea se ha extendido de que esas organizaciones podrían
representar un nuevo tipo de reformismo, después de la transformación de la
social democracia en fuerzas difíciles de distinguir de los partidos burgueses.
Alrededor de esas experiencias, algunos camaradas de la dirección de la IVª, si
no es sólo del Buró como tal han elaborado incluso nuevas hipótesis
estratégicas. Han defendido por ejemplo que la llegada al poder de
Syriza, gobierno que rechazaría la austeridad, podría constituir la primera
fase de una ruptura con el capitalismo (1). La victoria de Syriza conllevaría
un soplo de aire fresco y animaría las luchas a escala europea. No se ha sacado
ningún balance de las esperanzas completamente erróneas que se habían puesto en
Syriza, y la mayoría de los camaradas que las habían compartidas han pasado del
día a la mañana de profesar plena confianza a Syriza al apoyo a Unidad Popular,
un proyecto que lleva consigo la misma orientación estratégica que tenía Syriza
antes de llegar al poder.
La experiencia griega muestra sin embargo que no puede haber gobierno
« anti austeridad » sin poner sobre la mesa la cuestión de la ruptura
con el capitalismo utilizando el método transitorio. Debemos sacar lecciones.
Debemos romper con esa orientación de los « gobiernos anti
austeridad » que sólo hace que se mantengan ilusiones sobre la naturaleza
de las direcciones reformistas, incluso de nuevo cuño como son las de Syriza o
de PODEMOS.
PODEMOS conoce una evolución acelerada hacia la derecha : la fundación de
PODEMOS se hizo entorno a la idea que tenían sectores de la clase obrera y de
la juventud del Estado español de la necesidad de ruptura con el régimen. Pero
el proyecto de la dirección de PODEMOS ha sido tratar de acompañar en un primer
momento esa giro a la izquierda fruto del ciclo del movilización abierto con la
crisis en el 2008, para canalizarlo mejor y volver a acercar a esos sectores
hartos a las instituciones. La reciente propuesta formulada por Iglesias de un
gobierno capitalista de coalición PODEMOS-IU-PSOE es la culminación lógica de
este proyecto. Desde la fundación de PODEMOS, la dirección de Anticapitalistas
se ha limitado a diferenciarse de Iglesias en el terreno organizativo y ha
rechazado de manera sistemática la defensa de un mínimo programa
anticapitalista a pesar del acceso que tienen a tribunas que les permiten
dirigirse a centenares de miles de personas. Esto es cierto también en lo
relativo a la propuesta de Pablo Iglesias de formar gobierno con el PSOE.
Anticapitalistas y sus portavoces han sido muy ambiguos con declaraciones
incluso algunas veces contradictorias, contribuyendo a crear falsas ilusiones
sobre las bondades de ese posible gobierno de izquierdas pidiendo incluso, en
el caso de Teresa Rodríguez, al Secretario General del PSOE que sea valiente y
acepte la propuesta de PODEMOS. La escandalosa expulsión de los camaradas que
han formado IZAR no es más que la consecuencia de toda esa orientación.
Frente a la quiebra de Syriza y a la institucionalización acelerada de PODEMOS,
es tiempo de pasar la página de la orientación a favor de los «gobiernos anti
austeridad».
II- Posibilidades para los revolucionarios en la situación actual.
La mayoría actual de la Cuarta Internacional tiene en el fondo como brújula
política la fórmula que se resume bien mediante la « nueva situación,
nuevo programa, nuevo partido ». La correlación de fuerzas entre las
clases sería tan desfavorable que deberíamos volver a pasar por una larga etapa
histórica de reconstrucción de una conciencia de clase elemental mediante la
ayuda de partidos amplios « no delimitados estratégicamente »,
mientras que la toma del poder por lxs trabajadorxs (y la construcción de
partidos democráticos y revolucionarios en la tradición leninista) se vería
aplazado a la lejanía de un periodo histórico posterior.
Es evidente que la clase dominante sigue estando claramente a la ofensiva, que
sigue estando por delante en la correlación de fuerzas. Sin embargo, el factor
dominante del periodo actual desde el inicio de la crisis en 2008-2009 es la
inestabilidad creciente padecida por el sistema capitalista. Esa inestabilidad
está alimentada por unas luchas de masas a una escala significativamente
superior a las del periodo de antes de la crisis y que han sacudido a todos los
continentes. La « primavera árabe », los Indignados, Occupy Wall
Street, Blak Lives Matter, las huelgas estudiantiles y del sector público en
Quebec, la oleada de huelgas obreras en China y de manera más general en Asia…
Esas luchas, a pesar de ilusiones reformistas extremas y de dirigentes
reformistas en numerosos casos, no han permitido revertir la correlación de
fuerzas pero modifican las posibilidades para nosotr@s. Denotan un descontento
profundo, un enfado y un odio hacia las medidas de austeridad cada vez más
violentas impuestas a las masas por un sistema capitalista marcado por una
crisis endémica.
Vivimos en ese sentido tiempos contradictorios, marcados por una diferencia
importante entre la fuerza de los golpes absorbidos por la clase obrera, y las
perspectivas de una respuesta preparada. La cuota de confianza en los partidos
capitalistas está en su nivel más bajo desde hace unas décadas. Hay un odio
profundo, creciente, un desprecio para la clase política dirigente y una
comprensión de que el problema está en el interior del propio «sistema» que va
en aumento...sin que esta comprensión se traduzca automáticamente por medio de
una voluntad de luchar. La diferencia entre la conquista por unas soluciones
individuales (hacer horas extras, encontrar un segundo trabajo, restringir los
gastos, etc.), las ilusiones sobre el hecho de que el sistema va a reformarse
solo – y la necesidad de una acción colectiva – esa diferencia está
disminuyendo. Esa contradicción o diferencia entre la consciencia y la acción
nos es familiar. La primera gran depresión conoció un fenómeno similar – un
periodo de cerca 5-6 años en algunos países – entre la desmoralización inicial
que conllevan los despidos masivos y una respuesta sobresaliente que ha
estimulado las consciencias de manera radical y abierto la vía a una
recomposición de los sindicatos y de las organizaciones que les estaban
ligadas, lo que ha insuflado una nueva vida en las organizaciones del
movimiento obrero, a pesar de sus deformaciones social demócratas y
estalinistas. Lo vemos hoy con movilizaciones de masas repentinas que parecen
salir de ninguna parte. Todas esas movilizaciones representan un faro que
esclarece nuestro futuro. Trabajadorxs y otr@s oprimid@s empiezan a absorber
el impacto lleno y total de la austeridad capitalista en todas sus vertientes.
Durante años, camaradas dirigentes del Buró y del CI han explicado que había
una diferencia estructural entre la fuerza que podían tener las luchas y la
ausencia de traducción en términos organizativos y de consciencia política. Lo
que hay que anotar hoy, es al contrario que las sacudidas de la crisis y de las
luchas que ésta ha provocado empiezan a tener traducciones políticas en nuestro
bando social aunque limitadas por dirigentes reformistas y pro capitalistas.
Syriza, PODEMOS, Corbyn, Sanders, los resultados recientes del Bloco de
izquierdas portugués y del PCP, los resultados del referéndum en Escocia, la
ruptura de NUMSA con el gobierno ANC-SACP-COSATU y la aparcición de los
Economic Freedom Fighters… Todos esos fenómenos políticos reflejan a pesar de
su diversidad un hecho innegable : amplios sectores de nuestro bando
social se plantean con mayor o menor confusión que hay que cambiar las cosas
globalmente, sin por ello huir de las ilusiones reformistas. Son en general,
fuerzas reformistas las que se aprovechan de esa evolución (aunque la
realidad del FIT en el paisaje político argentino demuestra que es posible para
l@s revolucionari@s ocupar un espacio en el plano político en la situación
actual.)
No podemos prever con certeza qué formas tomarán la radicalización y la
revuelta. Hay que preparar nuestras fuerzas a posibles transformaciones bruscas
de la conciencia de masas y estar en capacidad de tomar la iniciativa. En lugar
de construir organizaciones armadas en un plano programático y militante a este
tipo de situación, la dirección de la Cuarta Internacional adopta una política
de alinearse con las fuerzas reformistas antes mencionadas, una política que
estos últimos años nos ha llevado ha consecuencias nefastas para un número
importante de sus secciones.
III- Por la construcción de partidos revolucionarios. Disoluciones en serie
de secciones… ¿hacia dónde vamos?
No se ha hecho ningún balance de los múltiples intentos de construcción de
«partidos amplios» llevados a cabo estos últimos 25 años por las secciones de
la Cuarta Internacional. Ya sea esto en el marco de Syriza, PODEMOS pero antes
con Rifundazione de Italia, el PT de Brasil, el Bloco portugués o inlcuso
en el seno del NPA, la dirección de la Cuarta Internacional ha seguido una
política que se ha limitado en entrar en (o en lanzar) organizaciones amplias
sin construir simultáneamente a corrientes o a organizaciones revolucionarias
delimitadas. Esto ha conllevado a la disolución (en Portugal, Dinamarca) o a la
dispersión de secciones enteras (Italia, Brasil, Francia…).
El apoyo de Rifundazione a la formación de un
gobierno burgués (el gobierno Prodi en 2006) y el voto a favor de los créditos
de guerra; el posicionamiento de los camaradas del Bloco de Izquierdas a favor
de las medidas de austeridad en Grecia en 2012; el voto de los camaradas de la
RGA en Dinamarca apoyando al gobierno de izquierda de 2011-2012; la
participación de la antigua sección de Brasil en el gobierno de Lula… La
entrada en esas organizaciones amplias y el abandono de la estructuración
propia de los revolucionarios se ha visto acompañado de una adaptación a la
política de las direcciones de esas corrientes reformistas. La independencia organizativa
(ya sea mediante organizaciones independientes o mediante corrientes
organizadas en el seno de reagrupamientos más amplios) no es una cuestión
menor. Ésta nos sirve para llevar a cabo una política : lo que está
en juego con el mantenimiento de la independencia organizativa de l@s
revolucionari@s, es la necesidad de la lucha por nuestras ideas
revolucionarios. Para nosotros, el programa revolucionario no es una identidad
que deberíamos dejar para más tarde, cuando las condiciones sean más favorables.
Este programa es hoy de actualidad para responder a la crisis actual del
sistema capitalista, un programa que no consiste en fórmulas fijadas de una vez
por todas sino de un programa actualizado y concreto gracias a nuestro método
que él sigue siendo el mismo: la independencia de clase, el método
transitorio...
¿Partidos anticapitalistas, partidos amplios...o partidos
revolucionarios ?
El último congreso de la Cuarta Internacional adoptó una resolución a favor de
la construcción de fuerzas « anticapitalistas » inspiradas en el NPA,
sin definir ninguna base programática, dejando el espacio a un margen amplísimo
para la interpretación de esta fórmula. Hoy, la política defendida por la
dirección consiste en apoyar a organizaciones neo reformistas como Syriza y
PODEMOS o a “nuevas” iniciativas como el Plan B a nivel europeo o Unidad
Popular en Grecia que no han roto con la idea de una salida reformista a la
crisis donde el eje central es la democratización de las instituciones
europeas.
Pensamos por el contrario que el objetivo central de la Cuarta Internacional
debe ser la construcción de partidos comunistas revolucionarios, en la
tradición leninista, tal y como lo indican los estatutos de la Ivª
Internacional. Partidos implantados en la clase obrera y en las capas
oprimidas, en particular en la juventud. La clase obrera juega en efecto un
papel central en la revolución. La clase obrera industrial y la clase de lxs
trabajadorxs asalariadxs en su conjunto están en aumento a escala mundial.
Entre 1991 y 2012, el número de trabajadorxs en el mundo ha pasado de 2,2 a 2
mil millones coma tres , y el número de asalariad@s de la industria de 490
a 715 millones (datos de la OIT). Nuestra clase social nunca tuvo tanta fuerza
potencial. Lamentar el tiempo de las « 30 gloriosas », o el de las
fortalezas obreras estructuradas por un movimiento obrero dominado por el
estalinismo viene a asumir como norma una configuración limitada en el tiempo y
el espacio. A finales del siglo XIX y al prinicpio del siglo XX, una clase obrera
mucho más precaria y atomizada, mucho menos numerosa que hoy nunca impidió en
Europa la formación de partidos socialistas de masas y de sindicatos que
contaban con centenares de miles de miembros dirigidos por revolucionari@s como
la CGT en Francia por ejemplo… Estos últimos años, sectores obrer@s
tradicionales han demostrado que lejos de ser marginales, podían jugar un papel
central (refinerías en Francia durante la huelga de las jubilaciones de 2010,
cuenca minera durante el proceso revolucionario en Túnez, huelgas obreras en
Egipto, oleada de huelgas en China desde 2010…), y los « nuevos »
sectores precarios han demostrado su capacidad para luchar de manera
determinada (huelgas históricas de la limpieza en Holanda en 2010 y 2012,
huelga de un año de los sin papeles en Francia en 2009-2010, Fight for 15 en
los EEUU…). El potencial revolucionario de la clase obrera está lejos de
pertenecer al pasado.
En cuanto a la juventud, su papel de vanguardia táctica se ha confirmado en
numerosas ocasiones estos últimos años, en Quebec, en Chile o en Suráfrica. La
importancia de ganar y de formar a cuadros en la juventud no debe ser
subestimada, y la organización anual de los Campamentos Internaciones de
jóvenes revolucionari@s debe ser una ocasión para reagrupar al máximo a jóvenes
revolucionri@s de todas las corrientes que mantienen relaciones políticas con
la Cuarta Internacional, sin excepción.
Necesitamos partidos construidos alrededor de un programa marxista
revolucionario,
que se apoye en las conquistas de nuestra corriente histórica a la vez que
busca su actualización en función de las evoluciones del capitalismo de hoy.
Partidos militantes que buscan intervenir de manera coordinada en la lucha de
clases y en todas las luchas de l@s oprimid@s, que preparan conscientemente la
toma del poder en los momentos -excepcionales- en los que el poder de la clase
dirigente se tambalea y la movilización de nuestra clase es máxima.
Tratamos de construir organizaciones de este tipo ya que la historia ha
demostrado en numerosas ocasiones (como por ejemplo durante los procesos
revolucionarios en Túnez y Egipto en 2012) que no puede haber revolución
victoriosa sin partido revolucionario. Y Partidos de este tipo no pueden
construirse de golpe en un momento en el que la crisis revolucionaria llega, es
evidentemente un esfuerzo que empieza antes, cuando la situación no es
revolucionaria.
La construcción de partidos revolucionarios de masas no es tarea sencilla. Pero
es posible reforzar nuestras organizaciones mediante el eco que nuestras ideas
vayan teniendo en una situación de crisis del capitalismo como es el caso
actualmente. Por ello cualquier táctica de construcción del partido debe ir
supeditada al objetivo estratégico de la construcción de partidos
revolucionarios : dependiendo de la táctica, ¿nos acercamos del objetivo o
al contrario nos alejamos ? En lo que se refiere a las condiciones de
construcción de partidos, las coordenadas son muy diferentes de un país a otro,
y las posibles tácticas también: la situación no es la misma en Francia con su
tradición revolucionaria y de extrema izquierda, en Argentina con la
constitución del FIT o en África del Sur que conoce a día de hoy la ruptura de
un sindicato de masas (el NUMSA) con el ANC… Sin embargo incluso cuando l@s
revolucionari@s contemplan la participación en formaciones políticas más
amplias, el mantenimiento de su autonomía política y organizativa no es
negociable. La confrontación con las direcciones reformistas es inevitable,
tarde o temprano, y hay que prepararse a ello desde el principio. En el sentido
contrario, y como se puede comprobar desde hace varios años, entrar en
organizaciones reformistas sin mantener en nuestro punto de mira el objetivo
del partido revolucionario puede conllevar a la disgregación de las fuerzas del
la Cuarta Internacional.
Defender la necesidad del reagrupamiento de l@s revolucionari@s.
A día de hoy, ninguna corriente puede pretender ser el único polo desde el
cual se constituya el partido y la Internacional revolucionaria. Minimizar los desacuerdos
políticos o idealizar a las direcciones de otras corrientes internacionales
como la IST o la FTQI sería evidentemente un error. Pero no podemos ignorarlas,
así como a toda una serie de organizaciones revolucionarias presentes a escala
nacional que juegan un papel a su nivel como el PO argentino, LO en Francia y
muchas más. Debemos defender la necesidad del reagrupamiento de los
revolucionarios a escala nacional e internacional. No se trata de intentar
sumar las fuerzas existentes para conseguir construir partidos y una
internacional revolucionaria. Pero la creación de partidos revolucionarios no
se hará simplemente por el reforzamiento lineal de nuestras propias
organizaciones. Debemos animar siempre que sea posible a que haya debates y
acciones comunes con otras organizaciones revolucionarias.
IV- Por una oposición clara a la guerra imperialista
Uno de los puntos esenciales del programa a defender, inseparable de la
austeridad, es la relacionada con la lógica de guerra imperialista, y la intervención
para lograr nuevos mercados, recursos vitales e intereses geopolíticos.
Dirigido por el imperialismo yankee, la única súper potencia mundial (con un
gasto militar que equivale a la suma total de las otras naciones juntas), y sus
homólogos históricos los imperialistas europeos, somos los testigos casi
cotidianos de guerras de bombardeos intensivos y de asesinatos de masas, de
guerras de ejércitos privatizados o de mercenarios (en una proporción
incomparable a lo que ha podido conocer la historia mundial), guerras de
drones, guerras de sanciones y de embargos y guerras casi secretas, como en el
caso de la Comandancia US en África (AFRICOM), que está volviendo a colonizar y
a robar a África a través de las instalaciones y del armamento de las dictaduras
militares que dependen totalmente de los EEUU.
Francia, a menor escala, así como otras potencias coloniales, están reforzando
sus arsenales, y se comprometen en el mismo pillaje, con el fin de consolidar y
de extender a sus antiguas conquistas coloniales. No hay « guerras
humanitarias » conducidas por la bestia imperialista. Nunca las hubo. El
término en sí es una contradicción para l@s revolucionari@s, opuest@s de manera
visceral a toda intervención y guerra imperialista. Un apoyo al derecho de
autodeterminación de la naciones y de los pueblos oprimidos excluye
necesariamente el recurso al imperialismo para ayudar en la derrota de los
tiranos y dictadores locales. Una «ayuda» de ese tipo conlleva inevitablemente
condicionantes. Condicionantes mortales que se parecen más a una matanza que a
una asistencia desinteresada o «democrática».
La liberación de l@s oprimid@s sólo puede ser realizada para sus propias
organizaciones de masas independientes y a través de la construcción, en
definitiva y por muy difícil que sea, de partidos revolucionarios. El rechazo a
la intervención imperialista en todas sus variantes es la condición necesaria
para luchas victoriosas de liberación nacional. Liberadas del yugo
imperialista, las naciones oprimidas están en mejor posición para determinar su
propio porvenir y para desafiar de manera eficaz a su propia burguesía.
Frente a las incesantes guerras de conquista imperialistas, las
reivindicaciones centrales de la Cuarta Internacional en la materia deben
concentrarse en la consigna: «retirada inmediata de las tropas».
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